Nació el 18 de abril de1930.
Murió el 28 de mayo de 2004.
Cosillas de la primavera.
Recuerdo el olor a leche de sus brazos peludos, cuando en las mañanas invernales de domingo me envolvía con su cuerpo bajo las sábanas perfumadas y calientes de una vieja cama de hierro, y me leía con su voz ronca y adormeciente de tabaco cascao
la historia de los Reyes de Israel, y la de su fecunda vida.
Recuerdo también sus manos callosas esculpiendo la cálida y suavísima cuajada, empapada de suero y sueños imposibles.
Recuerdo sus ojos, sí, enfebrecidos y pardos como la tierra mojada que brilla con los últimos rayos de esos atardeceres rojos en los que no cabe el mundo, pero sí el nombre pequeño de las cosas que valen...
Recuerdo su andar sonoro, con el torso inclinado siempre hacia adelante, como el de esos atletas que intentan rozar con la yema de los dedos esa cinta huidiza -y última- de la vida que no deja la so puta de alejarse como una liebre nerviosa entre el romero en flor que pastaban -lo recuerdo bien- aquellas cabras de ubres que bravamente descendían hacia lo alto, sí, como las que bajaban del monte Galaad a balar en honor del rey don Salomón, el rey hermoso y justo del Cantar de los Cantares.
Se llamaba Desiderio. Le apodaban Carreras,
y era en verdad un corredor de fondo
experto en faldas caedizas de mujer
en camisas sudadas
y en tabaco Ducados.
Era mi padre...
Gracias a este caballo negro, que corrió como un vencejo sobre los campos nevados de un pueblo perdido de La Mancha, ese hombre pudo salvar su pequeña vida de muchacho de 6 años de edad de quienes, a golpes de navaja travesera, pretendieron segarla y cumplir venganza de la vida de su padre -El abuelo sombrerón- en los primeros días de la Guerra Civil de esta España triste y agotada que se muere de orgullo y no lo sabe.
Hoy has venido a visitarme mientras dormía. Has venido para recordarme eso de "no le des al cigarreo, que con cuanto más picadura menos se pone dura". Has venido también para invitarme a la grupa de tu caballo e irnos "trote alante y de linde en linde" a las sombras iluminadas del Pozo Duz a llenar un cantarillo de esa agua fresca que aún cunde resplandeciente entre los chopos viejos. He vuelto a sentir tu olor campo abrazado a tus espaldas, como en mi chiquez, y ahora mi corazón está lleno de caballos que relinchan por ti y pronuncian tu nombre mientras recorren -ardiendo- los oscuros laberintos de mi vida...
Sólo puedo decirte que tu hijo torpe no ha aprendido a arreglar los plomos doblados de su propia luz, pero -créeme- cuántas veces lo ha intentado no por eso se ha fundido el mundo...
Pero me has mirado a los ojos y me has pedido que tire los pelillos a la mar...
Lamento nuestra guerra interminable, Padre.
Y lo lamento ahora, cuando la soledad -ganada a pulso- brama en los campanarios de mi corazón y y en el de los míos;
cuando el perdón que uno suplica para sí mismo no es menor que el que se nos pide por quienes nos utilizaron e hicieron de nosotros -ese fue tu caso- una mera correa de transmisión de sus propias obsesiones. No es tan fácil perdonar, Padre, no lo es ahora como no lo fue entonces, cuando tomé tu mano en el lecho de muerte para ayudarte a morir. Nos quedaron muchas cosas por decir, demasiadas cosas colgadas de nuestros hombros como una taleguilla sucia que, de tan hinchada de reproches y soberbia, nos hizo imposible -a los dos- el último abrazo....
Tengo cincuenta y dos años, Padre; una hora -la mía- que "no es de los búhos ni de las alondras", y en la que se hace preciso arrojar, poco a poco, la basura que el tiempo nos fue dejando en los cojones del alma.
Así que tú tranquilo, Padre, tú tranquilo. Tú no eres muy distinto de lo que yo soy, pero tuviste mucho más difícil respirar el mismo aire que yo acierto a respirar un poco como quien se peina.
A ti te emparedaron en tiempos de la guerra para que tu padre, perseguido y con la muerte en los talones, no estuviera solo con su propia nimiedad, y yo, al contrario que tú, y gracias a ti, y solamente a ti, crecí entre ovejas, borricos y libros de Dante y de Alejandro Dumas, como un espadachín minúsculo enfrentado a los aguerridos picos de las gallinas de un viejo corral. Nada que ver, absolutamente nada que ver.
Y yo lo reconozco. Y yo te lo agradezco, y sólo por eso, en esta larga noche en que aguardo el filoso canto de los bisturíes te tomo y te alzo y te beso y te dejo escrito en las espaldas con mi abrazo el mismo perdón que yo te pido ahora para mí, querido Padre...
No. No te preocupes, yo no soy Frank Kafka, y nunca faltará una flor sobre tu tumba.
Con ella te dejo ahora las únicas fotografías que me quedaron de ti, y un abrazo de hombre para que, en lo que a mí me toca, puedas marchar en paz, definitivamente en paz, so tu caballo negro.
Gracias por llegarte a mi con tus tambores rotos para ayudarme a arrancar de mi orgulloso corazón algunos de los barrotes dorados de su gigantesca cárcel.
Noble Desiderio, padre querido...
Es tanto el miedo, es tanto mi miedo...
22 de enero de 2012.
Tumor mediante.
Pero me has mirado a los ojos y me has pedido que tire los pelillos a la mar...
Lamento nuestra guerra interminable, Padre.
Y lo lamento ahora, cuando la soledad -ganada a pulso- brama en los campanarios de mi corazón y y en el de los míos;
cuando el perdón que uno suplica para sí mismo no es menor que el que se nos pide por quienes nos utilizaron e hicieron de nosotros -ese fue tu caso- una mera correa de transmisión de sus propias obsesiones. No es tan fácil perdonar, Padre, no lo es ahora como no lo fue entonces, cuando tomé tu mano en el lecho de muerte para ayudarte a morir. Nos quedaron muchas cosas por decir, demasiadas cosas colgadas de nuestros hombros como una taleguilla sucia que, de tan hinchada de reproches y soberbia, nos hizo imposible -a los dos- el último abrazo....
Tengo cincuenta y dos años, Padre; una hora -la mía- que "no es de los búhos ni de las alondras", y en la que se hace preciso arrojar, poco a poco, la basura que el tiempo nos fue dejando en los cojones del alma.
Así que tú tranquilo, Padre, tú tranquilo. Tú no eres muy distinto de lo que yo soy, pero tuviste mucho más difícil respirar el mismo aire que yo acierto a respirar un poco como quien se peina.
A ti te emparedaron en tiempos de la guerra para que tu padre, perseguido y con la muerte en los talones, no estuviera solo con su propia nimiedad, y yo, al contrario que tú, y gracias a ti, y solamente a ti, crecí entre ovejas, borricos y libros de Dante y de Alejandro Dumas, como un espadachín minúsculo enfrentado a los aguerridos picos de las gallinas de un viejo corral. Nada que ver, absolutamente nada que ver.
Y yo lo reconozco. Y yo te lo agradezco, y sólo por eso, en esta larga noche en que aguardo el filoso canto de los bisturíes te tomo y te alzo y te beso y te dejo escrito en las espaldas con mi abrazo el mismo perdón que yo te pido ahora para mí, querido Padre...
No. No te preocupes, yo no soy Frank Kafka, y nunca faltará una flor sobre tu tumba.
Con ella te dejo ahora las únicas fotografías que me quedaron de ti, y un abrazo de hombre para que, en lo que a mí me toca, puedas marchar en paz, definitivamente en paz, so tu caballo negro.
Gracias por llegarte a mi con tus tambores rotos para ayudarme a arrancar de mi orgulloso corazón algunos de los barrotes dorados de su gigantesca cárcel.
Noble Desiderio, padre querido...
Es tanto el miedo, es tanto mi miedo...
22 de enero de 2012.
Tumor mediante.
1 comentario:
Te lo dije todo en tu muro FB. Pero no puedo pasar por aquí sin decir lo mucho que me gusta tu poesía, donde cuelgas jirones de tu alma.
"Anam Cara" citando a Kathleen Raine, poeta escocesa, dice "lo que no ves a la luz del amor no lo ves en absoluto". Es con esos ojos que uno puede ver todo lo que escribes, para que se nos revele como en un diálogo entre almas. "El ojo que ama puede seducir el dolor y la violencia hacia la transfiguración y la renovación. (...) Todo lo contempla con ternura. (...) Es una visión creativa y subversiva." Y yo me rebelo.
Permíteme dejarte esta celta
BENDICIÓN DE LA AMISTAD
Ojalá tengas buenos amigos.
Que aprendas a ser buen amigo de ti mismo.
Que puedas llegar a ese lugar de tu alma donde residen un gran amor, calor, afecto y perdón.
Que transfigure todo lo que hay de negativo, distante o frío en ti.
Que atesores a tus amigos.
Que te den todas las bendiciones, estímulos, verdad y luz que necesites para el viaje.
Que nunca estés solo.
Que estés siempre en el nido amable de la comunión con tu anam cara (donde quiera que ella esté).
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